
Prueba y emoción. Así nació Maritta.
Y así nos sentimos cuando anunciaron que nuestra tarta de queso se llevaba la plata en el V Concurso ACYRE. El grito que suena en mi vídeo de TikTok es 100 % real.
Todo empezó en julio de 2024. Aunque Maritta nació oficialmente en septiembre de 2024, ya llevaba varios meses jugando con los hornos. Desde el principio, tenía claro que quería presentarme a ese certamen en 2025. Y no es para menos: solo estar entre los finalistas ya era todo un logro.
Este último año me propuse que Maritta fuera de esas tartas de queso que no pasan desapercibidas. Yo siempre he sido defensora de lo simple y lo clásico, y de ahí nace Maritta: de no necesitar una base de galleta que le quite protagonismo a la tarta, de no tener que añadir harinas, vainilla o mantequilla para potenciar el sabor. Con pocos ingredientes, pero buenos, se puede hacer un gran producto.
El concurso exigía utilizar un queso con sello M de Madrid y otro ingrediente más con ese sello. Hice varias catas, pero siempre tuve la espinita de usar queso fresco de cabra. Probé con uno de Miraflores de la Sierra y el resultado me encantó.
Tras varias semanas de preparación (porque apuntarse no garantizaba participar: había que pasar un filtro), envié mi inscripción con una foto de la tarta que presentaría.
Se valoraban muchas cosas: sabor, maridaje, presentación, limpieza, originalidad, emplatado... Tocaba esperar tres días a que acabara el plazo y anunciaran los finalistas.
Y llegó el lunes.
"Estoy atacada" fue la frase que más repetí esa semana.
Ya solo quedaba centrarme en lo importante:
personalizar la chaquetilla de chef, comprar la vajilla en Zara Home, los ingredientes, los botecitos para el maridaje… todo.
Siendo sincera: siempre me he sentido más cómoda pasando desapercibida. El síndrome del impostor ha estado muy presente en mi vida.
Estar en ese concurso, aunque parezca una tontería, era un paso muy grande para mí.
Significaba ser el centro de atención de ocho miembros del jurado, cámaras de televisión… y la posibilidad de que algo creado por mí pudiera hacerse conocido. Todo eso me parecía imposible.
Y pasó.
Llegó mi turno. Me temblaban las manos, la mesa de emplatado era casi más alta que yo y se me nublaba la vista. Por detrás, me decían "te quedan 4 minutos" y aún tenía 5 platos sin emplatar. En fin. Ni en Selectividad.
Pero os confieso algo:
documenté todo el proceso desde que me apunté.
Era mi forma de convencerme de que ese vídeo vería la luz… porque Maritta iba a ser una de las ganadoras. No subestiméis el poder de la mente.
Presenté mi tarta a los ocho miembros del jurado.
Llevaba una chuleta que ni leí.
Seguramente pensaron que iba a llorar del temblor de voz.
Puede sonar exagerado, pero creo que ya os he dicho que soy una persona muy nerviosa.
En el vídeo de Tik Tok podéis ver cuántas peleas tuve con el emplatado, así que me di con un canto en los dientes cuando este fue el resultado.
De todos modos, esta foto se la robé a una publicación de la prensa porque ¡¡¡Maritta quedó en segunda posición!!! Y yo más atacada aún, creo que era el primer premio que ganaba en mi vida, porque igual también era el primer concurso al que me apuntaba.
No sabía si tenía que saludar, dar besos, coger el diploma, posar para la foto, volverme a mi sitio…
Solo sé que estaba en una nube.
Todo el esfuerzo había merecido la pena.
Solo sé que estaba en una nube, que todo el esfuerzo había valido la pena y que tenía una larga producción de tartas por hacer.
Y así es como en un mismo día, superé un poco más eso de que se acercara la TV, que fuera el centro de atención de 8 miembros del jurado y que Maritta sea un poco más conocida. Lo del síndrome del impostor lo iremos trabajando.
Casi dos semanas después, no deja de sorprenderme la cantidad de personas que habéis venido a conocernos.
Y eso, sin duda, es lo que más feliz me hace.
Espero seguir contando muchas más anécdotas como esta.
¡Gracias por estar ahí!
María